Llegar a la cima, a la superficie...
¿Qué creemos que es estar en la cima?
Pensamos que estar arriba es mejor, que nos da algunas veces triunfos, status, poder, riquezas, etc.
Pero no es así, al menos que hayas estado abajo. Por ejemplo, la satisfacción de escalar una montaña y de observar el paisaje desde lo alto es muy hermoso, claro. Pero es realmente más valedera en su disfrute cuando has transitado por ese paisaje allí debajo de la montaña y puedes reconocerlo ahora desde la altura.
Como cuando estás en una canoa disfrutando del mar en lo alto de su superficie. Pero tú ya sabes de sus bellezas profundas que esconde, pues has estado buceando por debajo de él en sus profundidades.
Como cuando vas volando por el cielo en avión de regreso a casa y al asomarte por la ventana divisas ya la ciudad. Tu lugar en el mundo y te llena de tranquilidad el retorno seguro. Porque es tu lugar, tu casa y la conoces perfectamente.
Así mismo es como todas estas cosas solo se pueden comprender y disfrutar cuando ya las hemos conocido.
Así mismo es estar realmente arriba. Ese es él arriba donde debemos llegar a estar. Ese lugar donde puedes reconocer el panorama que hay debajo de ti, pues lo has transitado, y experimentado.
Porque sabes al ver a otro escalando esa montaña que va por el sendero correcto, o por el más corto o el más largo.
Porque sabes al observar a tu acompañante al lado de tu asiento en el avión. Si su rostro es de llegada a casa o es un visitante más de ese lugar. Porque puedes decirle al que está nadando en ese mar profundo que puede encontrar en él.
Por eso estar arriba es mucho más complejo de lo que la falsa realidad que vivimos nos hace creer. Por ello debes saber, que desde aquí no ves a quién está arriba, en realidad porque el camino es muy largo de transitar y tiene muchas trampas en su andar. Y todos vamos hacia arriba, y hacia la superficie. Para algunos es más fácil y para otros es más trabajoso. Eso ya es tarea personal. Y no pienses que a aquel a quien estás viendo más alto es quien está arriba. Pues créeme que quien llegue a ese lugar, desde aquí ya no le verás.
Gracias por estar, los quiero mucho y por un mundo mejor. ¡Siempre!
Namasté.
Gabriela Centurión
Terapeuta y Escritora Digital